Liberalismo
CONSECUENCIAS DEL LIBERALISMO:
CONSECUENCIAS DEL LIBERALISMO:
¿Cuál es la estructura estatal acorde con la filosofía política liberal? Esta
Pregunta lleva a una definición previa y estilizada de cuales han de ser las
funciones legítimas del Estado. A priori, el único fin por el cual es
Justificable la intromisión del gobierno en la libertad de acción de la gente
es protegerla frente a la violencia o el fraude. Hacerlo por su propio bien
físico o moral no es una razón suficiente y constituye una negación de la
mayoría de edad moral y mental del hombre. Esto descalifica como
hipótesis general la de un Estado benevolente y paternalista que interfiere
en la vida de los ciudadanos con la benéfica intención de protegerles de
ellos mismos. Ningún gobierno está autorizado para decir a las personas
que no hagan de su vida lo que quieran en busca de su propio beneficio.
Desde esta perspectiva, la libertad en todas sus manifestaciones debe ser el
principio general y cualquier pretensión de injerencia en la esfera de
autonomía individual ha de tener la carga de la prueba. Sentado este
axioma, lo que podríamos denominar el liberalismo clásico se agruparía
alrededor de dos posiciones distintas si bien no contradictorias.
Por un lado, los partidarios del Estado Mínimo consideran que, más allá de
la protección de los derechos individuales, el poder político carece de
legitimidad para actuar y se convierte en una amenaza para la libertad. Su
función primordial, de alguna manera, es civilizar o encauzar la anarquía. La
protección universal suministrada por el Estado es la diferencia esencial de
esta posición respecto al esquema de varias agencias protectoras en
competencia o de una dominante y ese es también el “único” ingrediente
redistributivo aceptable, esto es, compatible con los derechos del individuo.
El gobierno tiene que proteger a todos los ciudadanos frente a una potencial
agresión interna y externa e impartir justicia, esto es, hacer cumplir los
Contratos y castigar el robo, la violencia y el fraude. Esos son los bienes
públicos, es decir, aquellos en cuya producción el gobierno goza de ventaja
competitiva y/o constituyen un monopolio natural. En el marco teórico del
Estado mínimo, los individuos pueden formar el tipo de asociaciones o
comunidades que deseen y someterse a cualquier tipo de norma aceptada
por sus integrantes siempre y cuando no dañen los derechos ajenos.
Por otro lado están los pensadores liberales que adoptan la distinción
“miliana” entre las funciones necesarias del Estado, que son las contenidas
en la visión minimalista de la actividad estatal, y las funciones facultativas
que sólo han de acometerse si no hay ninguna probabilidad racional de que
se realicen por la iniciativa privada o social. En cualquier caso, esas políticas
deben articularse de tal manera que estimulen el esfuerzo individual, hagan
desaparecer todo aquello que le obstaculiza y alienten el espíritu
emprendedor. Su objetivo ha de ser incentivar los esfuerzos privados, no
Sustituirlos. Para el liberalismo clásico, ese tipo de programas tienen que
Constituir una educación para el público en el arte de emprender grandes
Objetivos por medio de la energía individual y de la cooperación voluntaria.
Por ello, el Estado debe abstenerse de intervenir y/o retirar su intervención
cuando emergen alternativas privadas en esos campos.
Desde esta perspectiva, el liberalismo clásico delimitó de modo muy preciso
tanto a cuales eran esas funciones facultativas como su alcance. Así, el
gobierno puede imponer a los padres la obligación legal de proporcionar a
sus hijos una instrucción elemental e incluso suministrarla de manera
directa o facilitarla de modo indirecto –bonos escolares- o ayudar a aquellas
personas a quienes la falta de recursos les veda el acceso a una atención
médica básica pero, en ningún caso, eso supone la prestación de esos
servicios en régimen de monopolio estatal. Tampoco puede dejar que la
gente se muera de hambre pero la asistencia estatal ha de ser temporal y
no proporcionar a sus destinatarios una situación tan deseable como la de
quien la consigue sin ayuda de nadie
. También les parecía tolerable la
Intervención estatal para combatir los monopolios
y/o para financiar
determinadas infraestructuras en ausencia de capital privado. Esos son los
campos en los que el pensamiento liberal clásico admitía con suma cautela
la intervención estatal pero también sus límites. De manera premonitoria,
J.S. Mill escribió: “toda desviación de ese principio (el laissez-faire), a
menos que se precise por algún gran bien, es un mal seguro”
Dentro de esa restricción teórica previa, la respuesta político-institucional
del liberalismo clásico al dilema planteado por la elección entre la tiranía y
la anarquía fue el constitucionalismo. Escrita o no, la Constitución articula
un marco normativo cuyos rasgos centrales son los siguientes: a) un
gobierno democrático; b) la separación de poderes
una carta de derechos individuales; d) la revisión judicial y e) una estricta definición de
los poderes de emergencia del Estado. En la práctica, las restricciones
constitucionales al poder han sufrido desde hace décadas un persistente
menoscabo, si bien con distinta intensidad según los países. Para que la
protección de los derechos individuales sea operativa debe funcionar la
tripartición clásica del poder y la revisión judicial de los actos del Ejecutivo y
del Legislativo bien por una corte especializada (tribunales constitucionales)
bien por la justicia ordinaria.
Aunque esos elementos mantienen una vigencia formal en todas las
democracias, han perdido su carácter sustancial en la mayoría de ellas.
Guste o no, las normas y la práctica constitucionales no están al margen del
cambio intelectual, cultural y moral experimentado por los individuos y por
las sociedades. La idea de que el gobierno puede y debe resolver todos los
problemas se ha convertido en una movimiento dominante y/o muy
influyente. En este ethos intelectual, el ideal del gobierno limitado goza de
un frágil apoyo agravado por las mutaciones generadas en el entorno
constitucional clásico por el funcionamiento del moderno proceso
democrático. Cuando la democracia deja de ser un simple procedimiento
para cambiar a los gobernantes sin derramamiento de sangre para
transformarse en un medio para conseguir fines concretos mediante el uso
de la fuerza, las restricciones a la acción estatal saltan en pedazos.
La división de poderes entre el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial sólo
tiene sentido en tanto se entiende la Ley como una norma general. Cuando
la normativa constitucional considera a ciertos órganos competentes para
emitir leyes dentro de un cierto procedimiento, es claro, que se da por
supuesto un concepto previo de la Ley. Sería un abuso político y una
corrupción intelectual invertir esa relación y designar como Ley (en sentido
formal) todo lo sancionado por los legisladores. En un Estado de Derecho
impera la Ley en sentido sustantivo y la actividad de todos los órganos del
Estado está sometida a ella. De esta manera, el constitucionalismo liberal
pretendía impedir que las instancias con competencia legislativa colocasen
su propio imperio en lugar del de la norma general al no distinguirse los
mandatos arbitrarios, las medidas y las órdenes administrativas de las
“leyes”. En consecuencia, un simple concepto formal de Ley, lo que impone
el Legislativo, hace de éste en un poder absoluto y elimina cualquier
distinción entre los tres poderes clásicos. Esto supone en definitiva sustituir
el absolutismo del monarca por el absolutismo de mil cabezas de los
partidos políticos que, en cada momento, se alcen con una mayoría.
La perversión del concepto sustantivo de la Ley afecta también de modo
radical a la función de los tribunales de justicia como garantes de la
libertad. De nuevo es preciso señalar que la Constitución propia de la
democracia liberal se basa en la distinción entre regulaciones legales de
carácter general y la aplicación de esas normas por el juez o por una
autoridad administrativa. La invasión de la libertad y de la propiedad
individual tiene lugar, no por medio de una ley, sino con arreglo a una ley
LAS REVOLUCIONES LIBERLAES DEL SIGLO XIX
El intento de la Restauración por suprimir los logros alcanzados en larevolucion francesa y volver a un sistema de monarquías absolutas fracasó.
Ejemplo de ello son las revoluciones liberales de 1820, 1830 y 1848.
Deben contextualizarse en la Europa de comienzos del siglo XIX caracterizadas por:
• Inestabilidad política por las tensiones entre las fuerzas del antiguo régimen que intentan permanecer en el poder sin perder sus privilegios
(Europa de la Restauración) y las nuevas fuerzas políticas lideradas por la burguesía (procesos revolucionarios).
• Cambios en el orden económico producidos por el proceso de industrialización que van cambiando las estructuras económicas de los países,
y van a tener importantes consecuencias en el orden social con la aparición del movimiento obrero.
• De forma sintética se podría definir como la filosofía política orientada hacia la salvaguardia de la libertad del individuo. Las sociedades políticas
del liberalismo europeo se caracterizan por:
· Régimen político de Monarquía limitada
· Constitución escrita
· Elecciones y partidos políticos
· Sufragio censitario
· Descentralización
· Igualdad jurídica
· Desigualdad social
• Los anhelos de independencia de las nacionalidades existentes en Europa cobran cada vez más fuerza. Los principales elementos que integran el
concepto de nación en el pensamiento de los revolucionarios de comienzos del siglo XIX radica en tres aspectos fundamentalmente:
· La autodeterminación política
· La peculiaridad cultural y lingüística
· La pureza étnica
La Revolución de 1820
Dentro del panorama político de ese momento nos encontramos con distintos movimientos que podríamos agrupar en dos apartados
fundamentalmente en función de sus causas:
España
Pronunciamiento militar de Riego intentando restablecer la Constitución de 1812 y derribar el absolutismo impuesto por el rey Fernando VII.
Otros movimientos:
• Rusia y los Estados Pontificios.
• Independencia de las colonias/territorios americanos de España.
• Independencia de Grecia
Hacia 1820 Grecia se encontraba bajo el Imperio Turco. Es una ocupación más por intereses económicos, políticos y geográficos que de otro tipo.
La ocupación turca, la carga económica, la presión política provocó el descontento de la población griega por lo que a comienzos del siglo XIX nos encontramos con importantes fuerzas de oposición.
En el caso de Grecia confluyen además intereses de las grandes potencias europeas de entonces:
· Rusia: por sus aspiraciones de llegar al mediterráneo por los Balcanes
· Austria: Por un deseo de expandir sus dominios en la zona
· Francia e Inglaterra: Se muestran recelosas ante la posible expansión territorial de Rusia por la zona y se manifiestan en contra
Una serie de acontecimientos favorecen la sublevación de los nacionalistas griegos, lo que provoca que tras una serie de conflictos en los que se ven inmersos algunos países europeos, Grecia alcance la independencia en 1830.
La Revolución de 1830
Dentro del panorama político de ese momento nos encontramos con distintos movimientos que podríamos agrupar en dos apartados fundamentalmente en función de sus causas:
Revolución en Francia
Carlos X sucede en el trono a Luis XVIII, y su llegada al poder supone un retroceso respecto al régimen de la Carta otorgada al suprimir algunos de los logros alcanzados en épocas anteriores.
Tras los acontecimientos revolucionarios que salpican a Francia los días 27, 28 y 29 de julio de 1830, los sectores más moderados y monárquicos que apoyan la revolución presentan como nuevo candidato al trono a Luis Felipe de Orleans, conocido como el rey de las barricadas aludiendo a su origen revolucionario.
Su llegada al poder supone para Francia un cambio dinástico, la casa de Orleans por la de los Borbones, y político: se recupera la Carta Otorgada de 1814 si bien se la da unos retoques más liberales como son la supresión de ciertas limitaciones/libertades como era la supresión de la censura para la prensa; se acepta la soberanía nacional y se amplia la base electoral, y se separa la Iglesia y el Estado.
La independencia de Bélgica
Entendida como la revolución "tipo" de revolución nacional dentro de las revoluciones de 1830. El nuevo reino estaba integrado por Holanda y Bélgica y estaba gobernado por la dinastía de Orange Nassau. La unión de los dos países era artificial y se encontraba cargada de problemas además de un gran desequilibrio entre las ventajas que los holandeses ostentaban frente a los belgas.
¿Cuáles eran esos problemas?:
Políticos:
Desigualdad entre holandeses y belgas. La Constitución subordinaba a los segundos de los primeros
Económicos:
Frente al desarrollo industrial belga, Holanda tenía una economía mucho más tradicional (comercio y agricultura). La economía belga necesitaba además un periodo de protección para su economía mientras que la economía holandesa se inclinaba más por una economía basada en el librecambio.
Religiosos:
Distinta religión: Protestantes / Católicos
Culturales:
Distinto idioma: francés y neerlandés coexisten en un principio pero luego se va a imponer el segundo.
Esta situación va creando cada vez un mayor malestar entre la población belga a la vez que se también en aumento las reivindicaciones nacionalistas que consideraban que Bélgica más que unida se encontraba sometida.
Las noticias de la revolución de Paris sirven de estímulo a los belgas quienes se levantan contra los holandeses en agosto de 1830, levantamiento que se ira extendiendo y generalizando en sus apoyos. El gobierno provisional creado va a declarar la independencia de Bélgica en octubre de 1830, solicitando el apoyo francés.
Pero la situación poco a poco se va internacionalizando pues Guillermo I va a solicitar el apoyo de las potencias que le han apoyado en 1815. El mapa político europeo se divide:
· Francia apoya a los belgas
· Rusia y Prusia junto con los holandeses
· Más difícil y ambivalente es la postura de los ingleses quienes por un lado son conscientes de su apoyo a Guillermo I y a la filosofía de la Europa de la Restauración, temen una posible expansión de Francia a Bélgica, pero también y esto pesa más en la decisión final , tienen una rivalidad comercial con los holandeses.
Esta compleja y difícil situación va a ser solventada por la coyuntura internacional. Polonia va a iniciar un proceso revolucionario por lo que el zar de Rusia, el más proclive a apoyar a los holandeses, se ve obligado a sofocar primero el levantamiento polaco. Mientras, en Bruselas un Congreso con poderes constituyentes se va a decantar por la monarquía eligiendo a Leopoldo de Sajonia Coburgo como primer soberano.
En 1831 se aprobó la Constitución, que ha sido considerada como la expresión más clara de la ideología liberal presente en los movimientos revolucionarios de los años 30.
La Revolución Polaca
En esas fechas se encuentra bajo dominio de Prusia, Austria y principalmente de Rusia. Simultáneamente, en la zona bajo dominio ruso se desarrolla un movimiento independentista liderado por la burguesía y parte de la nobleza.
La sublevación belga va a ser aprovechada por los polacos para iniciar diversos levantamientos, con la creación incluso de un gobierno provisional en Varsovia. Sin embargo, los rusos rechazan cualquier cambio e imponen su poder por la fuerza de las armas. Sofocada la revolución polaca, el zar impondrá una dura represión y suprimiendo las concesiones de autonomía hasta entonces vigentes. Todo ello provoca el exilio de casi cinco mil polacos.
Los intentos revolucionarios de Alemania e Italia
Sin entrar en un análisis pormenorizado, cabe destacar que los intentos revolucionarios acontecidos en Italia y Alemania en la década de los años 30 tienen su origen en las reivindicaciones liberales, pero también en las nacionalistas en un intento de conseguir la unidad nacional de ambos países. Se debe de tener en cuenta para los posteriores procesos de unificación de finales del siglo XIX.
La Revolución de 1848
A la altura de 1848 el mapa revolucionario europeo sólo conserva un testigo, Bélgica. El resto de los países en donde se produjeron procesos revolucionarios no han fructificado, tal es el caso de Italia, Alemania o Polonia. Mención especial cabe realizar de Francia en donde el giro conservador realizado por Luis Felipe de Orleans a partir del año 1832 supone una traición a la revolución que le ha llevado al poder.
Hacia 1848 Europa vivirá una nueva ola revolucionaria con similitudes con la de 1830 pero también con características propias muy peculiares.
Francia
El aislamiento del régimen de Luis Felipe de Orleans era cada vez más evidente por parte de las distintas clases sociales, mientras que la fuerza de los grupos republicanos era más fuerte.
Los acontecimientos revolucionarios en los que participan las masas obreras se precipitan en febrero de 1848 lo que provoca la abdicación del rey, y la creación de un gobierno provisional y la República.
Pero los problemas no se solucionan sino que se agravan por el enfrentamiento entre la burguesía, que intenta controlar la revolución y llevarla en la dirección que les interesa, y el proletariado que quiere lograr y materializar sus reivindicaciones.
Esto provoca duros enfrentamientos que se saldan con un alto número de víctimas y un giro conservador del régimen republicano en el que aparece tras su victoria en las elecciones Luis Napoleón Bonaparte como nuevo Presidente. Este hombre irá cada vez ocupando más poder hasta conseguir mediante un golpe de Estado en 1851 instaurando el II Imperio francés hasta el año 1870.
Austria
La influencia del proceso revolucionario francés es evidente en el caso austríaco. Se intentan llevar a cabo ciertas reformas obligados por la presión revolucionaria. En otros territorios del imperio plurinacional también se oyen rumores revolucionarios: Hungría, Bohemia, Praga, pero serán meros intentos.
Alemania
Nuevamente los acontecimientos franceses sirven de impulso a las reivindicaciones alemanas. El proceso revolucionario alemán logra ciertas conquistas de carácter liberal sin embargo sigue pendiente la unidad nacional. Lo importante del proceso revolucionario alemán es que pondrá las bases del proceso de unificación posterior.
Italia
Con similitudes con el alemán. Un proceso revolucionario con raíces liberales y nacionales que no se concreta, quedando pendiente la unificación nacional.